La elección de
una alimentación ecológica es la adopción de un estilo de vida más
saludable, y a su vez un mayor respeto por la naturaleza, aunque no
todo en ella es idílico, pues se trata de un modelo alimentario alternativo, al menos hoy por hoy,
lo que supone un sinfín de problemas a la hora de encontrar alimentos, sobre
todo si además intentamos conseguirlos a buen precio.
En efecto, la
alimentación ecológica engloba mucho más que la simple elección de algunos
productos aislados de tipo bio, incluso incluyendo la certificación. Para que
una dieta pueda considerarse ecológica, la gran mayoría de sus ingredientes han de serlo, desde la sal o el
agua hasta la carne, frutas y verduras.
Se
trata de un estilo de vida que idealmente abarca desde los mismos
alimentos hasta su huella de carbono o, por ejemplo, la forma en la que los
adquirimos, pues los envases de los alimentos a menudo son doblemente
perjudiciales por resultar contaminantes y ser nocivos para la salud a
consecuencia de sus componentes tóxicos.
Ventajas e
inconvenientes
Sus precios prohibitivos o, si se quiere decir de otro modo, su mayor precio frente al de los alimentos convencionales, hacen que resulten caros. Son muchas las razones que lo hacen lógico, desde una menor productividad a consecuencia de una menor demanda, hasta los mayores costes de producción o, cómo no, su venta como producto gourmet.
Como hemos
apuntado anteriormente, la dificultad para encontrar distintos productos en un mismo
establecimiento hace que sea problemático hacer una compra unitaria, con el lógico
inconveniente.
Sin embargo,
también hay muchas ventajas que hacen de la alimentación ecológica una
opción diez para una alimentación más saludable y, de algún modo, no tan cara como pueda parecer.
Ello es así
gracias al mayor componente nutritivo de los alimentos ecológicos, según
concluye un reciente estudio publicado en la revista British Journal of
Nutrition que presentó “pruebas abrumadoras” de ello, intentando dar por zanjado
el eterno debate de la diferencia entre la alimentación tradicional y la
bio.
Este estudio
dejó patente que la agricultura ecológica era más beneficiosa para la salud, pues los productos orgánicos
tienen más antioxidantes, menos pesticidas y
tóxicos, ni utilizar transgénicos. Su conclusión es clara: el tipo de
agricultura es decisivo si buscamos un producto más o menos
saludable.
En definitiva, los
cultivos orgánicos permiten obtener hasta un 69 por ciento más de compuestos antioxidantes,
preventivos de enfermedades cardíacas, cáncer y otras patologías, señala el
estudio. Y, desde un punto de vista práctico, mirando el bolsillo, resultan
económicos si consideramos que nos permiten incorporar mayor cantidad de
antioxidantes en la dieta sin tener que consumir calorías extra, gracias a
esa mayor
aportación de sustancias
beneficiosas.
Un planeta más verde
Por otra parte,
una alimentación ecológica ayuda al planeta, es decir, supone un valioso gesto
en pro de la sostenibilidad, tanto en lo
que respecta a la conservación de los recursos como a un menor despilfarro
energético y de materias primas, lo que se traduce en una menor
polución.
Además, no
podemos dejar de mencionar esa parte más respetuosa con los animales, desde los que
viven en libertad, -ya que colaboramos en la conservación de su hábitat-, hasta
de los mismos animales de granja.
En este punto,
un alimento ecológico puede ser sinónimo de mejores condiciones de vida
para vacas
lecheras o, por ejemplo, para
las gallinas ponedoras, pues la normativa obliga
a tomar una serie de medidas para que no estén hacinados, salgan al aire libre y
tengan una alimentación orgánica.
Del mismo modo, la
agricultura ecológica emplea pesticidas químicos de forma mínima o incluso
prescinde de ellos, y ello también beneficia al entorno en el que se encuentran
los campos. Una interesante ventaja o beneficio está relacionado con la
población de polinizadores, cuyas
poblaciones están tremendamente afectadas a consecuencia de la agricultura
tradicional.
Por contra,
cuando la agricultura es ecológica, se crea un ecosistema eco-amigable,
que finalmente no sólo respeta a abejas y demás polinizadores, sino a todo el
ecosistema, pues no olvidemos que éstos son elementos clave de la cadena
alimentaria.
Alimentación ecológica y vegetariana
Aunque la
alimentación ecológica a menudo se asocia con un estilo de vida vegetariano, esto no tiene
por que ser así. No necesariamente, al menos. Además de que el veganismo es un
mundo muy amplio y heterogéneo, en realidad son dos cosas
distintas.
Por lo tanto,
aunque ser vegetariano suele significar ser ecológico, no toda
alimentación ecológica es vegetariana, y ésta no es tampoco una fase superior, a la
que haya que tender. Simplemente, se trata de una opción más.
Es cierto que no
puede negarse que un vegetariano contribuye especialmente al cuidado del planeta, ya
sea vegetariano puro o un flexitariano, -su variedad más lithg-, e incluso a
la sostenibilidad y al futuro de la humanidad, pues consumen
poca o nada de carne, y ello es un factor fundamental contra
la inseguridad alimentaria a nivel mundial.
Sin embargo, la
alimentación ecológica es una cuestión distinta, referida fundamentalmente a
un modelo alimentario que busca la calidad, la diversidad y consumir menos alimentos pero de
mayor calidad sin que ello signifique atentar contra el planeta. Utopía en
estado puro, pero que ya empieza a hacerse realidad.
Podes encontrar muchas recetas saludables en Los Vegetales en tu Plato.
En la próxima publicación les contamos 10 Consejos para un Entorno de Trabajo agradable.
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